lunes, 12 de diciembre de 2011

La magia de vivir apasionadamente

“Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez

que sólo le falta abrir la boca para caer en ella”.





Los seres humanos desarrollamos nuestra cotidianidad en medio de cuatro diferentes zonas o estados emocionales, que determinan nuestro correcto proceder y la consecución de nuestros más altos objetivos. Éstas tienen que ver con las emociones débiles, fuertes, negativas y positivas.

La primera zona de la que quiero hablar es la zona de Resignación, esa que habitamos cuando nos sentimos frustrados por no lograr lo que quisimos y en la cual tendemos a conformarnos con lo que hay. Vivimos comparándonos con otros en función de querer más y siempre estaremos camuflando el dolor en emociones débiles y negativas.

Por otro lado está la zona de Confort, de la cual ya hemos hablado en artículos anteriores, y que se entiende con un estado en el cual, aunque los resultados que se obtienen no son los mejores, se está contento con ellos, sin buscar mejorarlos por físico miedo.

Una de las zonas más peligrosas y menos apetecidas es la de la Agresión, en la cual se disparan emociones fuertes y negativas, como la ira y el miedo. Jamás tome decisiones si se encuentra inmerso en alguna de estas dos, sobretodo en la ira. Manténgase siempre lejos de esta zona que lo empujará a querer tener la razón al costo que sea; mi sugerencia es que administre bien esa sensación y aguarde a estar de nuevo en un estado de total tranquilidad para actuar y obtener lo que desea.

Para regocijo de todos, existe una zona en la cual las emociones fuertes y positivas se encuentran; es aquella que es llamada la zona de Pasión, estado en el que usted vive con entusiasmo, excitación y compromiso, quiere y busca que todo salga bien, da el 100% de usted mismo todo el tiempo, le gusta lo que hace, es una zona en la cual todo el mundo lo admira y usted admira a todo el mundo, en la cual se abandona el cansancio frustrante por el agotamiento satisfactorio del deber cumplido y del saber que se dio el todo por el todo.

El gran periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo alguna vez en una entrevista: “Buda decía que la pasión es la fuente del dolor, y que para suprimir el dolor hay que suprimir la pasión, pero a mí no me interesa ser una piedra perdida en el espacio. Yo creo que de eso se trata, del orgullo de la pasión: que venga la pasión con toda su carga, es el precio de estar vivo. Vivir a veces puede doler y bueno, al que no le guste que se mate, pero digo vivir para vivir de verdad implica vivir apasionadamente”.

Mark Albion, prestigiado catedrático de la Universidad de Harvard realizó un estudio entrevistando a 1,500 profesionales que terminaron el Máster in Business Administration, de los 1,500 entrevistados, solo el 17% (255 profesionales) expresaron que habían decidido seleccionar y realizar el trabajo que más placer les brindaba y para lo cual eran realmente talentosos, sin hacer hincapié en el salario. Veinte años después, de esos 1,500 profesionales sólo 101 se habían hecho millonarios, de los cuales solo 1 había elegido su trabajo en función del salario que le pagaban.

No sólo es importante desempeñar un papel excelente como emprendedor y estar atento a las necesidades del mercado, sino que es vital tener como prioridad su propia felicidad.

Una persona feliz tiene completamente alineados sus talentos naturales con el tipo de trabajo que desempeña, no se dedica a otra cosa que no sea comercializar su hobby y divertirse, sabe manejar su energía y poder innato natural, atrae la atención, cariño, confianza de las personas y tiene mayor poder de hacer relaciones comerciales exitosas, tiene clara su misión en la vida, sus objetivos y sus estrategias para alcanzar el éxito, está consciente de sus obstáculos y sabe cómo usarlos a su favor, contribuye exitosamente al bienestar de su familia, amigos y clientes a través de su propia felicidad y alcanza el reconocimiento y éxito empresarial.

Lo invito entonces a que sea esta la zona donde usted permanezca siempre. Busque aquello que más le apasiona  y deje atrás emociones tan perjudiciales como la ira y el miedo; verá cómo sus metas se hacen más tangibles y su realización como persona, todo un hecho.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardogomezgarzon@gmail.com y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar o pensar en sus resultados extraordinarios. Le responderemos con múltiples opciones para que logre lo que quiere.

martes, 6 de diciembre de 2011

¿Un problema? ¡Muchas vías de solución!

“Las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan,

sino por el número de veces que tienen éxito”.

Thomas Alva Edison

Aunque parezca increíble, el inventor más prolífico de la historia, creador de aparatos como la bombilla, el fonógrafo y el proyector de películas, sólo pudo ir a la escuela durante tres meses. Natural de Milan (Ohio), el joven Thomas Alva Edison tuvo que ponerse a vender periódicos a la edad de 12 años para contribuir a la precaria economía familiar. No obstante, inquieto como era, dedicó su tiempo libre a experimentar con aparatos mecánicos y eléctricos.

Becado con un curso de telegrafía por haber salvado la vida al hijo de un jefe de estación, desarrolló en 1863 su primer invento, un equipo telegráfico simplificado, mientras trabajaba de telegrafista en el ferrocarril. Perdió su empleo por incendiar un vagón durante un experimento, pero no se rindió y con el dinero que ganó vendiendo aparatos telegráficos, montó su propio laboratorio. En 1869 patentó el registrador eléctrico de votos, así como un indicador de variaciones bursátiles. A estos ingenios le siguieron el fonógrafo, precursor del tocadiscos, y la lámpara incandescente

En 1881 crea en Nueva York la primera central de luz y energía del mundo, con redes subterráneas para llevar corriente eléctrica. ¿Cómo lo hizo? Buscando opciones continuamente.

Recuerdo que cuando era niño, mi hermano Juan Carlos llegaba a casa con lágrimas en los ojos porque su profesor de matemáticas no le había aceptado la resolución de un problema, de acuerdo con una metodología que él había encontrado, diferente a la que había enseñado su maestro. Su calificación fue ‘cero’, y al lado de ésta, había una nota que decía: “Este no es el procedimiento”.

Cuando estábamos en primaria, los profesores nos enseñaban ciertos pasos a seguir para alcanzar cierto resultado; sin embargo comenzaron a quedarse cortos, porque en el momento de resolver los problemas, se valoraba mucho más el camino recorrido que el resultado en sí. ¿Qué significa esto? Que esta forma de enseñanza lleva a que la gente se acostumbre a que la única opción en la vida es la que otros le han enseñado, descartando así nuevas invenciones.

Si usted es una persona encaminada a alcanzar resultados extraordinarios, debe estar dispuesta a encontrar cada vez más y más opciones para dar solución a diferentes situaciones o para lograr lo que quiere. Mi sugerencia en este caso es, primero, no crea lo primero que le digan acerca de la consecución de un reto; y segundo, tampoco crea que los expertos son los únicos poseedores del saber.

Seguramente ha encontrado o encontrará situaciones que las resuelve usted a su manera, tal vez motivado y apoyado en ese conocimiento que alguna vez adquirió. Sin embargo, así usted no tenga ni idea de nada, se va a dar cuenta de que puede generar soluciones de manera extraordinaria.

Acostúmbrese entonces a ver sus situaciones en función de lograr los resultados esperados, siempre con más de un camino por recorrer para llegar a la meta. Empréndalos y deje que la experiencia sea aquella que le muestre cuál es el mejor de todos ellos.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo@evolvo.info y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar o pensar en sus resultados extraordinarios. Le responderemos con múltiples opciones para que usted logre lo que quiere.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Cambie su historia, más allá de su merecimiento


“En resumidas cuentas, en este mundo, cada cual consigue lo que se merece. Pero sólo quienes alcanzan el éxito lo reconocen”.

Georges Simenon


Todas las personas quieren tener más: quiere tener más ingresos, quiere tener un mejor trabajo, quiere tener una mejor relación con su familia, una mejor relación personal con su cónyuge, o si no está casado pues una mejor relación personal con su pareja y si no tiene pareja quiere tener una relación, quieren tener una mejor relación espiritual, mejor salud, mejor condición física, todo eso.

Yo no conozco a nadie que me haya dicho: “Quiero tener menos ingresos”; o a alguna persona que me haya dicho: “Quiero tener 20 kilos de sobrepeso”; o a alguien que me diga: “Me quiero llevar mal con mi familia” o “No quiero tener amigos”.

En días pasados estuve conversando con un amigo y una amiga mía, y me dí cuenta que ella, específicamente, contaba sus historias de no resultados o de resultados indeseados teniendo como frase principal “eso no es lo que yo me merezco”.

Y esto sucede con su familia, con su pareja, con su trabajo y hasta con el lugar donde vive. Hoy quiero decirle a usted que el merecimiento no es más que la consecuencia inmediata y positiva de las acciones que emprende para lograr lo que quiere, es el resultado final de ese esfuerzo que usted hace por lograr lo que quiere.

Cuando usted sienta que está en un apartamento o una casa que no se merece,  piense en qué acciones concretas ha tomado para vivir donde siempre ha deseado. En ocasiones he escuchado a varias personas decir que no tienen el trabajo que se merecen  y que ellas están diseñadas para ser y hacer más; sin embargo el ciclo nunca se cierra y pueden pasar años y años de ocupar el mismo puesto.

No culpe a su jefe por su posición actual ni piense que hay un complot en contra suya, simplemente revise a conciencia si su desempeño es realmente extraordinario. Observe a su alrededor y fíjese en quienes ocupan una mejor posición y han logrado lo que se merecen… ¿Qué le ha faltado a usted?

Una de las mejores maneras de buscar las herramientas es buscar a alguien que ya tiene o que ya ha obtenido el resultado que usted espera. ¿Sabe cuál es la manera más fácil de llegar del punto A al punto B? Buscar a alguien que ya haya caminado por ese tramo, que ya haya hecho esa travesía, que ya haya obtenido ese resultado.

¿Por qué? Porque esta persona ya tiene la experiencia. Ya tiene el resultado que usted quiere obtener y merecer, y además esta persona ya se dio cuenta cuáles son las cosas que no funcionan, por ejemplo, para ir del punto A al punto B ya sabe que no hay que desviarse en este camino, que no hay que tomar ese desvío, que no hay que tomar esta ruta equivocada.

Si usted va de paseo y de un momento a otro una llanta trasera de su carro se pincha, jamás trate de reinventarla. ¿Por qué? Porque ya alguien hizo la llanta por usted, entonces simplemente busque a esa persona, modele a esa persona. El poder de los mentores es muy grande.

¿Qué quiere usted? ¿Lo merece? ¿En cuánto tiempo lo obtendrá? ¿10 años? ¿15 años? o ¿Nunca?... ¿Qué tal si alguien le puede mostrar el camino correcto?

Recuerde que si no se hace nada, nada acontece. Si bien salir a buscar es una actitud que implica cierta valentía, es la acción más recompensada de todas.

Lo invito a que muestre resultados extraordinarios frecuente y compulsivamente, minuto a minuto, en su aquí y ahora, y seguramente obtendrá lo que siempre ha deseado.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo@evolvo.info y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar o pensar en sus resultados extraordinarios. Le responderemos con múltiples opciones para que usted logre lo que quiere.


domingo, 20 de noviembre de 2011

¡Recibir también es parte del proceso!

 

El santo Joneyed acudió a La Meca vestido de mendigo.

Estando allí, vio cómo un barbero afeitaba a un hombre rico. Al pedirle al barbero que le afeitara a él, el barbero dejó inmediatamente al hombre rico y se puso a afeitar a Joneyed. Y al acabar no quiso cobrarle. En realidad, lo que hizo fue dar además a Joneyed una limosna.

Joneyed quedó tan impresionado que decidió dar al barbero todas las limosnas que pudiera recoger aquel día.

Sucedió que un acaudalado peregrino se acercó a Joneyed y le entregó una bolsa de oro. Joneyed se fue aquella tarde a la barbería y ofreció el oró al barbero.

Pero el barbero le gritó:

- ¿Qué clase de santo eres?¿No te da vergüenza pretender pagar un servicio hecho con amor?

- Maestro: a unos les cuesta saber dar y a otros les cuesta saber recibir… ¿cuándo fue la última vez que te permitiste recibir?

(Anthony de Mello).



Cuando yo era niño, siempre me inculcaron que era mejor dar que recibir; sin embargo, a medida que fui creciendo me di cuenta de que ninguno de estos dos aspectos es más importante que el otro. Primera enseñanza: Las personas conscientes y que tienen éxito en su vida  practican ambos verbos de forma constante y sin excepción.

Cuando usted sabe recibir, hace que su inconsciente busque recibir más y más cosas y al negarse a recibir, éste buscará situaciones específicas a través de las cuales usted no reciba nada de nada. Seguramente si se fija en su alrededor, se encontrará con una buena parte de la población que si da algo, lo hace con mentalidad de escasez porque no ve muy claro qué beneficio podría traer esto a su vida.

Saber recibir debería ser lo más natural. Pero no basta con decir gracias, el que sabe recibir siente gratitud y no olvida, porque el agradecimiento es la memoria del corazón.

El dar y recibir son una necesidad humana. El dar produce un estado de alegría y satisfacción; dese cuenta de ese sentimiento cuando hace un regalo, un cumplido, un gesto o cualquier cosa a otra persona. De igual manera recibir debe producir el mismo efecto, y no solo pensemos en lo que se recibe materialmente, es también muy agradable recibir afecto, amor, un cumplido, las gracias, o simplemente una sonrisa.

Aquí, algunas sugerencias sobre cómo practicar el ‘saber recibir’:

1. Olvide las sospechas y confíe: Cuando alguien le diga algo bonito no es siempre porque quiera algo de usted.

2. Recibir no es signo de egoísmo, sino de valorar lo que los otros nos dan: Es dar mientras se recibe. Forma parte de la actitud amorosa en la vida.

3. No juzgue: Acepte un cumplido sin más. Leer entre líneas no le llevará a ninguna parte. El que da no es una persona débil ni vulnerable y si lo fuera... ¿qué importa? El que recibe tampoco. Dar y recibir es propio de personas valientes.

4. Permítase: No tiene por qué hacer caso de todo lo que hagan o digan los demás; permítase escucharlo.

Por último, recuerde que mientras más permiso nos demos de recibir lo que nos ofrecen, más capacidad de dar tendremos. Abra nuevas posibilidades para recibir todo lo que la vida le ofrece.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo@evolvo.info y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar o pensar en sus resultados extraordinarios. Le responderemos con múltiples opciones para que usted logre lo que quiere.

jueves, 17 de noviembre de 2011

El buen líder vive aquello que predica


Andrés nunca quería acostarse a su hora. Sus papás le habían explicado lo importante que era acostarse temprano y descansar bien, pero él no hacía ningún caso, y ya no sabían qué hacer. Hasta que un fin de semana que estaban en el pueblo con los abuelos, el abuelo Paco se enteró y dijo:

 - Esto es un trabajo para Tripón, mi gato panzudo.

 Y diciendo eso, les endosó el gato y se lo tuvieron que llevar de vuelta a la ciudad. Era un gato lento y gordinflón, y tampoco daba mucho trabajo, pues nadie sabía nunca dónde se metía. Esa misma noche, a la hora de acostarse, volvieron los problemas: Andrés no tenía intención de ir a la cama. Y aunque sus papás esperaron un rato para ver si ocurría algo especial y Tripón solucionaba el problema, no pasó nada.

 - Vaya cosas tiene el abuelo - dijo el padre.

Cuando horas después Andrés fue por fin a acostarse, al llegar a la habitación se llevó un buen susto. Tripón estaba en su cama, durmiendo a pierna suelta y roncando por todo lo alto. Andrés trató de apartar al gato, pero no hubo forma, y aquella noche apenas pudo dormir, arrinconado en una esquinita...

 Al día siguiente, la historia se repitió, y además Andrés estaba mucho más cansado por no haber dormido. Cuando llegó el tercer día, el niño había comprendido que si quería dormir en su cama, tendría que llegar antes que Tripón, así que en cuanto sus padres empezaron tan sólo a hablar de acostarse, Andrés salió como una bala directo al dormitorio y se metió rápidamente en la cama.

 Sus papás no podían creerlo. No sabían lo del gato, ni por qué Andrés se acostó a su hora sin protestar. Y estaban tan contentos, que se quedaron celebrándolo hasta bastante tarde.

(Cuento de Pedro Pablo Sacristán).



Hace algunos días me encontraba en el gimnasio y cuando mi entrenadora me dio la instrucción de hacer tres series de 15 flexiones de pecho, le pregunté cómo se hacían. Acto seguido, ella hizo cara de disgusto y le dije que en la medida en la que ella no me mostrara qué proceso debía seguir, sería muy difícil que yo pudiera hacerlo bien.

Finalmente accedió, pero sólo hizo tres y ahí le pedí que hiciera las 15, porque yo quería ver que realmente era factible hacerlas. ¿Cuál era mi intención con este ejercicio? Mostrarle a mi entrenadora que muchas veces es muy fácil darle una instrucción a otra persona, aún desconociendo cuál será el resultado o en qué consiste la instrucción en sí.

Cuando nos encontramos liderando un equipo, es muy fácil entrar en la zona de confort de exigirle a los miembros del equipo que hagan lo que yo quiero que hagan, aún sin saber cómo se hace, aún sin haberlo hecho antes, aún desconociendo totalmente el proceso.

Desde esta perspectiva, lo invito a que dé instrucciones siempre con el ejemplo, ya que esta es la mejor manera de enseñar y de  aprender. Si usted es de las personas que lidera a punto de dar órdenes, evalúe y reevalúe si sus resultados están siendo lo suficientemente satisfactorios, tanto para el equipo como para usted.

Si usted pretende dirigir, por ejemplo, una expedición a las montañas, debe poseer el mejor estado físico, la mayor pericia, la mayor prudencia, y también el mayor sentido de autocrítica.

Si va a exigir resultados extraordinarios, demuestre a su equipo que usted logra resultados extraordinarios y si definitivamente usted desconoce este camino, póngase en disposición para construir en conjunto, en pro de la instrucción y el resultado que ha diseñado.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo@evolvo.info y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar o pensar en sus resultados extraordinarios. Le responderemos con múltiples opciones para que usted logre lo que quiere.

martes, 8 de noviembre de 2011

Asumir retos vs. Correr riesgos


“Si lo puedes soñar, lo puedes hacer.”
Walt Disney.


La literatura sobre emprendedores presenta casos de personas que desde abajo, han logrado construir y alcanzar grandes hazañas. ¿Qué hizo a estas personas y qué características se encuentran en los verdaderos emprendedores? Aquí presento algunos ejemplos que encontré:

·         El padre de Henry Ford siempre se mostró escéptico ante las ambiciones de su hijo y su sueño de construir una fábrica de automóviles. El propio Ford recordaría las palabras de su padre: “Nunca alcanzarás el éxito con eso. Nunca se venderán”. La enorme afición de Henry Ford por la mecánica y su obsesión por construir un “carro sin caballos”, le llevaron a ser apodado entre sus vecinos como “El Loco Henry”. Cuando Ford paseaba al volante de su primer prototipo automovilístico (en 1896), la multitud lo rodeaba entre gritos y risas. “Sí, loco”, decía él tocándose la sien con el dedo- “loco como una cabra”. Poco después se convertiría en uno de los hombres más ricos del mundo.

·         Apple Computer, uno de los grandes gigantes de la informática, fue fundada en 1975 en un garaje de Cupertino (California) con muy poco dinero, por Wozniak y Jobs.

·         La multinacional Nestlé tiene su origen en una pequeña tienda de yogures de Zurich.

·         Leopoldo Fernández Pujals inició su aventura empresarial abriendo una pequeña pizzería en Madrid. Diseñó las recetas de sus pizzas a base de darlas a probar una y otra vez a los niños de su barrio y conocer sus opiniones. Durante sus inicios se encargó de todas las tareas del negocio: desde preparar la masa, hasta servir un pedido o barrer el suelo de la pizzería. Hoy su empresa, Telepizza, da trabajo a 13.000 personas.

·         Walt Disney, fundador de Disney Company, se encontraba tan falto de medios en sus comienzos que en sus primeras películas doblaba con su propia voz al ratón Mickey.

¿Y usted cree que ninguna de estas ideas tuvo un alto nivel de riesgo en un principio? Comúnmente la teoría dice que el riesgo está muy relacionado con la cantidad de información que se tiene, con respecto a lo que se quiere lograr. Se dice que las personas toman decisiones en situación de riesgo cuando los datos que se tienen no generan la suficiente certeza de que el resultado se va a dar.

En este orden de ideas, todo el tiempo estamos corriendo riesgos. Es imposible saber exactamente lo que va a pasar al emprender un nuevo camino y cuando se ha decidido asumir y enfrentar un reto, claramente hablamos de resultados desconocidos, provenientes de un cambio.

Depende mucho de usted y del foco que tenga con respecto a esa acción que va a ejecutar para lograr lo que quiere y si usted es de las personas que añora un giro de 180 grados en su vida, pero le teme al riesgo, es muy factible que esté incongruente y un poco desfasado de la realidad.

¿De qué manera puede minimizar estos sentimientos? Concentrándose cien por ciento en la ganancia que le va a generar el logro del reto propuesto, diferente a enfocarse en la posibilidad de que algo salga mal.

En transacciones bursátiles, por ejemplo, se habla de que el 50% de las operaciones tienen posibilidad de ganancia, y el otro 50, de pérdida. El secreto siempre va a estar en la administración del riesgo, preguntándose cuánto está dispuesto a arriesgar.

El emprendedor de éxito, cuando decide abordar un proyecto empresarial, lo hace calculando al máximo los riesgos que conlleva, analizando en proyecto y su entorno, teniendo claro el resultado previsible de su operación. Además, con su gestión y esfuerzo personal, intentará poner todas las posibles circunstancias a su favor para evitar riesgos innecesarios.

De acuerdo con lo planteado anteriormente, siempre el riesgo será directamente proporcional a la ganancia en cualquier actividad humana, por lo tanto, quien asume más riesgo, aunque con menos probabilidad de éxito, tendrá la oportunidad de recibir una mayor recompensa en el largo plazo, además de la satisfacción de no quedarse y mirar como otras personas si obtienen metas que para otros parecerían inalcanzables.

Creer en sus propias capacidades, conocimientos y habilidades, valorarlas, y ser coherente con ellas en todo momento, es otro de los aspectos que debe tener muy claro y presente. Este aspecto le proporcionará confianza en sí mismo y en sus ideas.

Trabajar por un sueño puede parecer una cuestión ideal, ser independiente o su propio jefe, una bendición; sin embargo, son muy pocas las personas que deciden lanzarse a aventurar con sus ideales, sus proyectos, sus sueños, sus visiones o sus propios negocios; es evidente que el camino es difícil, pero, ¿Por qué no arriesgarse?

Técnicamente se dice que a mayor riesgo, mayor rentabilidad de un negocio. Jamás asuma un nuevo reto sin estar dispuesto a enfrentar un riesgo. Controle la emoción, controle su voz interior y dé este nuevo paso absolutamente convencido de que las cosas van a suceder como usted quiere.

Ricardo Gómez.

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martes, 1 de noviembre de 2011

Aprendiendo a sentir y decir lo correcto


Jorge y su hija pequeña Mati fueron a dar un paseo al parque de atracciones. En el camino se detuvieron a darse una comilona.

Una vez en el parque de atracciones se acercaron a un puesto de perros calientes y Mati dijo:

- “Papi, quiero...”. Jorge le interrumpió y le atiborró de palomitas.

Al llegar al puesto de los helados Mati volvió a gritar:

- “Papi, quiero...”. Jorge le volvió a interrumpir... pero esta vez dijo:

- “¡Quiero, quiero!”

- "Ya sé lo que quieres, ¿un helado?"

- "No, papi", suplicó. "Quiero... vomitar"

Osho

Uno de estos días estuve acompañando a alguien a visitar a un futuro cliente, con el fin de ofrecerle los productos y servicios de la empresa para la cual trabajaba. Durante todo el proceso, mi objetivo fue observar cómo era esa comunicación que se entablaba y me fijé en dos cosas muy importantes: La primera hace referencia a que esta persona se salía completamente de estado cuando le decían que no estaban interesados en lo que vendía, y la segunda, que estaba tan ensimismada contando los beneficios de su producto, que no escuchaba para nada lo que su interlocutor le decía.

Si usted en algún momento necesita que otros hagan lo que usted quiere que hagan y les vaya bien, es muy importante que mantenga el estado (entendiendo esto como el lograr controlar totalmente la emoción, sin permitir que ésta comience a jugar en contra).

Nuestras emociones pueden ser alteradas por aquella vocecita interior que nos dice que algo va a salir mal, o porque en algún momento del proceso ocurrió algo que no estaba previsto y no supimos cómo reaccionar. En este orden de ideas, será vital para usted aprender a manejar algunas técnicas que le ayudarán a optimizar su comunicación y a lograr lo que quiere.

De acuerdo con la cadena de excelencia, según la cual la respiración, la fisionomía y la conducta juegan un papel fundamental, es muy relevante que si usted siente que algo no está saliendo como usted lo esperaba, adopte una posición corporal diferente y mantenga una buena respiración; todo esto en pro de que su estado se mantenga controlado.

Otra de las herramientas que usted tiene para lograrlo es preguntarse y concentrarse en sus intenciones, en lo que quiere que pase al terminar ese diálogo. El otro punto importante es escuchar bien, pero no escuchar sólo con los oídos, sino con los cinco sentidos. Esto lo logrará prestando atención a ese lenguaje no verbal que hemos descrito en otros artículos y que le dice mucho más que las palabras.

De esta forma lo invito a que aprenda a mantener un estado de tranquilidad y seguridad, así le digan que no. Recuerde que cuando usted le entrega la potestad de sus emociones a otro, le está entregando también el destino de su meta inicial.

Ricardo Gómez.

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martes, 25 de octubre de 2011

¿Y usted qué critica?



“La crítica es la fuerza del impotente”.

Alphonse de Lamartine

Un día vi a dos personas conversando: La primera criticaba fuertemente las acciones de otros. Decía con vehemencia que no estaba de acuerdo, que le parecía terrible y que eran ’brutos’, faltos de tacto y otras cosas más. Al terminar, la otra persona le preguntó: “¿Usted qué critica, si hace exactamente lo mismo?” y quien criticaba le respondió: “Es que es diferente…”.

Cuántos textos y dichos populares nos advierten sobre la mala costumbre de criticar a los demás. "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra" o "Se ve antes una paja en el ojo ajeno que una viga en el propio".

¿Cuántas veces en la vida se ha dado el lujo de criticar lo que le parece que está mal en otros, sin revisar lo que usted hace porque ‘es diferente’?  ¿Cuál es la diferencia? Si bien es cierto que todos somos  diferentes, todos estamos buscando opciones, lo más importante es ser y estar congruente, para que usted tenga toda la credibilidad.

¿Qué pasa entonces cuando a usted lo ve lanzando juicios a diestra y siniestra, destruyendo el valor que otros construyen, y después hace exactamente lo mismo? Estamos hablando de un acto de incongruencia total. Es muy fácil echar abajo todo lo que otros hacen, pero es bastante difícil sostenerse siendo incongruente.

A veces, cuando una persona critica en nuestra presencia a un tercero y nos vemos identificados con la persona criticada, nos molesta. También pensamos que esta actitud prepotente del crítico no nos librará de críticas a nosotros con otras personas. El que critica frecuentemente, va adquiriendo mala imagen.

Dale Carnegie daba el siguiente consejo: "Hable usted de sus propios errores antes de criticar al prójimo". En la medida en que usted demuestre congruencia,  pueden ocurrir una o varias de estas situaciones: Será un compulsivo generados de valor, va a respetar como debe ser la integridad del otro, va a buscar las fortalezas de las acciones de los demás y va a aprender de ellas, y se va a ocupar de hacer sus cosas lo mejor posible, diferente a ocuparse de  ver cómo destruye valor en otros.

Piense en la empresa. Los grandes empresarios son generalmente grandes líderes, personas capaces de motivar a cientos o a miles de personas, de hacer equipos, de entusiasmarles e ilusionarles con sus objetivos y ganar la dura batalla de la competencia. No critican, alaban, motivan. Criticar es una pérdida de tiempo y de dinero. Saben muy bien que la productividad crece con la motivación.

La verdad es que todos somos responsables de todo. Y cuando algo marcha mal, ninguno de los que rodea ese mal puede estar seguro de tener limpias sus manos. ¿Cómo criticar a un país que produce poco, si no empezamos todos por cumplir con nuestro deber? ¿Regañar a un hijo porque llega tarde a casa no es un autoengaño cuando no se ha empezado por hacer vividera la convivencia dentro?

Lógicamente se critica de manera distinta cuando uno se siente corresponsable de lo que se discute. Y, en rigor, sólo debería criticarse desde dentro comenzando por la confesión de nuestra propia responsabilidad. El criticado entenderá mucho mejor su error si empezamos a compartir con él el nuestro, porque no entenderá la crítica como una agresión hecha desde afuera, sino como una colaboración practicada desde adentro.
De esta manera lo invito a que deje ese ‘pajazo mental’ de creer que es que en su situación es diferente. Renuncie ahora mismo a este tipo de procesos para lograr resultados y recuerde que la congruencia se da cuando usted actúa de acuerdo con lo que piensa, siente y quiere en la vida.

Ricardo Gómez.
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sábado, 22 de octubre de 2011

¡Ni más ni menos que nadie!


“Hay una manera de contribuir a la protección

de la humanidad, y es no resignarse.

Hace poco tuve la oportunidad de asistir a un festival de música en el cual participó un amigo mío que es compositor y guitarrista. Al acudir a saludarlo en el camerino me dijo que se sentía muy nervioso porque había visto pasar por el escenario a muchas personas que, consideraba, eran mejores que él.
En ese momento, y como si su inconsciente lo hubiera pedido, ocurrió algo increíble; uno de los músicos que trabaja con él lo abordó y le dijo: “¿Cómo es posible que usted se sienta inferior, habiendo llegado hasta aquí? No se sienta inferior, pero tampoco superior, ya que ellos no componen lo que usted compone y usted no interpreta lo que ellos van a interpretar… Es más, ellos no tocan como usted toca”.

A mi amigo le cambió la expresión completamente y salió al escenario empoderado. Esta experiencia me hizo recordar al director de orquesta, Benjamin Zander, quien, en una de sus alocuciones de coaching con música, intentaba hacer que un violinista se sintiera empoderado. A éste último le dio mucho miedo, su ‘loca de la casa’ se disparó y Zander, con total dominio, logró persuadirlo para que subiera al escenario y tocara, diciéndole: “Cada vez que salimos a escena, pensamos que no lo vamos a hacer lo suficientemente bien porque hay alguien que lo hace mejor. En la vida el tema no es de quién lo hace mejor o peor, sino de cómo es la contribución. En este sentido, nadie contribuye mejor que otro”.
La contribución es un aspecto muy valioso porque nadie contribuye mejor que otro; es un acto de fe, de generación de valor y de construcción de sociedad. Cuando hablamos de contribuir lo hacemos con el interés genuino de generar valor en otros, para que a otros les vaya bien. Yo siempre he pensado que en la medida que uno logre que a otros les vaya mejor, así mismo a uno le debe ir mejor. Es una consecuencia inmediata.

No existen tipos de contribución, todas generan beneficio de alguna forma. Hay tantos tipos de contribución como intenciones en las personas; unos consideran que la mejor forma de contribuir es dando dinero; otros, dando en especie; otros, haciendo sonreír; otros, no quejándose…No existe ninguna diferencia, siempre y cuando la intención de ayudar sea la misma.
Hay quienes se la pasan criticando a otros porque contribuyen; aquí lo importante es saber que esta es una acción absolutamente voluntaria, cada quien contribuye como lo considere pertinente y los que reprochan la forma de ayudar de otros, no necesariamente están agregando valor, así lo crean.

A este último tipo de personas les digo que siempre hacer algo en función de mejorar tiene mucho más mérito que no hacer nada, o peor aún, que destruir el valor que otros han construido.
¡No existen excusas! Quien no contribuye es porque realmente no quiere. Siempre habrá formas de hacerlo, sin importar si se tiene dinero o no, si se tiene tiempo o no, en fin.

Con esto lo quiero invitar a que confíe 100 por ciento en sus capacidades, en su preparación, su conocimiento, su instinto, en su disposición, en el amor que usted siente por las cosas que le gustan y en aquel valor que usted va a agregar con lo que hace. De esta manera no se sentirá menos que nadie… se sentirá ÚNICO.
Ricardo Gómez.

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domingo, 16 de octubre de 2011

Sólo se ahoga el que se quiere ahogar

El pequeño Roberto asistía a la primaria y la maestra les encargó una tarea: investigar qué era la fe. Intrigado, de regreso a casa, le preguntó a su tío “¿Qué es la fe? Me la dejaron de tarea en la escuela”.

Con una amplia sonrisa, su tío le respondió: “¿En verdad quieres saber lo que es la fe?”. “Si”, respondió Roberto. “Bien, vamos a la playa y te lo enseñaré”.
Emprendieron el camino y una vez llegaron, el tío le entregó el chaleco salvavidas y las aletas al pequeño. “Pero yo no sé nadar” dijo Roberto. “Lo sé”, le dijo el tío, “póntelos de todas maneras”.

“Ahora, comienza a caminar hacia el mar de espaldas. Llegará un momento en el que sentirás que tus pies no tocan tierra. Déjate ir y arrójate hacia atrás. No te hundirás, ya que el chaleco te hará flotar”. Roberto estaba aterrado “No tío, no quiero”. “¡Hazlo!”, le respondió, “Estaré junto a ti para que no temas. Así que tranquilo”.
Roberto confió en su tío. Mientras caminaba de espaldas llegó un momento en el que sintió que no tocaba tierra. Dudó, pero recordó las palabras de su tío y supo que no se ahogaría.

En un acto de valor, se dejó llevar y flotó en el mar gracias al chaleco. Se sintió emocionado ante la experiencia y muy feliz.
Ambos salieron del mar y mientras iban a casa, su tío le explicó:

“En esto consiste la fe: el mar representa la vida. Yo represento tus convicciones y tus metas, y el chaleco representa la fe. Cuando te adentres en el mar de la vida y sientas que la lógica no puede ayudarte a salir a flote de tus problemas, hasta perder el piso, debes saber que el chaleco de la fe te salvará. Siempre tendrás tus metas y convicciones cerca de ti, pero depende de que te atrevas a dar el primer paso para confiar en ti, vistiéndote el chaleco de la fe y arrojándote con él para que puedas flotar en el mar de la vida con total paz y tranquilidad”.
Roberto quedó maravillado con la explicación de su tío y le dio las gracias. La tarea del niño fue la mejor de su curso.

Edgar Martínez

Hace algunos días estuve atendiendo mi primera clase de improvisación teatral, con mi mentor, Bernardo García, y en ella, él tocó un tema que a mi parecer es fundamental para el desarrollo de cualquier emprendimiento, nuevo proyecto o meta; estoy hablando de la fe, entendida como la convicción de que las cosas van a suceder tan cual y como yo quiero que sucedan.
La fe es un aspecto inmerso en todas las religiones que existen y es aquella que nos otorga la capacidad de creer que existe una fuerza sobrenatural que puede hacer que todas las cosas surjan. En este contexto, Bernardo me hizo ver la fe desde una perspectiva completamente diferente, ya que solamente existe un presente, un aquí y un ahora, y lo que viene es totalmente incierto.

Por más que usted esté preparado para lo que viene, siempre existirá un factor sorpresa que lo pondrá a tambalear sobre aquello que solamente fue una creación mental. En este momento es cuando aparece con un poder infinito la palabra fe, indicándole que debe estar absolutamente convencido de que las cosas que vienen en un futuro, se van a materializar tal cual y como usted lo necesita. Si usted se convence de que no se va a ahogar, no lo hará.
Tener fe, sin que yo quiera darle alguna connotación religiosa, le va a ayudar a que sus resultados se den de una manera contundente. Ahora, no sólo sirve tener fe. La convicción debe estar acompañada de la acción, ya que es de la única forma que usted  puede garantizar que la meta que quiere se va a lograr.

Por último, respóndase a usted mismo esta cuestión: Si lo que va a lograr ser, hacer y tener depende solamente de sus decisiones, intenciones (fe) , y acciones, ¿cuál es su acción de hoy que va a dar un mensaje de su intención?

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo.gomez@en-vivo.co y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar para lograr lo que quiere

miércoles, 12 de octubre de 2011

Mónica y su mundo de cartón


“Asombro: Lo más elevado a que puede llegar el hombre”.
Johann Wolfgang Goethe

La semana pasada, mi hermano, Alejandro, me invitó a ver la obra de teatro infantil “La princesa y el fríjol”, en la cual él es el autor de la música incidental y el narrador. Esta puesta en escena hace parte de una serie de cuentos llamada “Mónica y su mundo de cartón”, en la que la protagonista es capaz de imaginar una realidad totalmente nueva y diferente en torno a este objeto tan simple.
Esta es una historia ingenua, inocente y absolutamente transparente, llena de esa magia y ese carácter propio de los niños, que les permite asombrarse y transportarse en el tiempo y en el espacio, sin ningún tabú, límite u obstáculo. Son capaces de sacarle provecho a un elemento lleno de aire, como lo es una caja de cartón, y a partir de ello, darle vida a una nueva dimensión.

Al observar la obra me di cuenta de que en algún momento perdí esa capacidad de asombro. Al llegar al teatro, me senté con el filtro que tenemos todos los adultos y que nos limita a sólo querer ver lo tangible, lo palpable; por alguna razón extraña, mi inconsciente decidió recibir el espectáculo como debía: dejándome maravillar, quedándome con la boca abierta y sintiéndome absolutamente asombrado.

Después de los 45 minutos de show, casi no podía contener las lágrimas de emoción que me produjo esa obra tan bellamente contada. En ese momento me di cuenta de dos cosas extraordinarias: la primera, muy positiva, volví a sorprenderme con las cosas que estaban pasando, tal y como lo hacía cuando era un niño; y la segunda, que por dármelas de adulto, no me dejé llevar por mis emociones y me dio miedo que me vieran llorar.
Asombrarse, de acuerdo a la definición del diccionario, es “sorprenderse, o causar admiración,” y entonces me pregunto ¿Será un término en extinción? Recuerdo que cuando niño me asombraba cuando iba al circo y veía un acto de magia o de equilibristas en las alturas, las piruetas de trapecistas, etc.

Vienen luego los recuerdos de las primeras navidades y la magia de ‘Papá Noel’, quien bajaba por la chimenea para dejar los regalos, y trato de continuar y me aterro al pensar que los recuerdos asombrosos suelen tomar una connotación distinta, e inclusive “ridícula” para los tiempos actuales, como por ejemplo descubrir de dónde venían los niños, o la sensación que me provocaba el saber que la niña que me gustaba me mandara un mensaje (no de texto, por entonces no existían los celulares) con un amigo, a veces un papelito de cuaderno, o simplemente una razón, para que nos viéramos en el parque del barrio, donde íbamos en grupo, y nos sentábamos en una banca a conversar… sí, ¡a conversar!, sin fumar nada, ni ingerir alcohol.
Hoy me asombro de haberlo vivido, porque parecen cosas de un siglo pasado, de novelas, de películas antiguas. Y entonces miro a mi alrededor y lo que me asombra es que ya nadie “se asombra por nada”.

Hoy lo quiero invitar a que reciba el mundo sin juicios y sin ningún filtro. Permítase asombrarse y aprender de ello, sin criticar, sin destruir y con el ánimo de divertirse y pasarla bien. Cuando usted se entrega a aprender, a modelar, a tratar de vivir su vida con la óptica del niño que alguna vez fue, su mundo se vuelve mucho más rico en visiones, olores, sabores y texturas. Asómbrese con todo lo que pasa, siéntase vivo y busque aprender compulsivamente como lo hacía en sus primeros años.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo@evolvo.info y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar o pensar en sus resultados extraordinarios. Le responderemos con múltiples opciones para que usted logre lo que quiere.

lunes, 10 de octubre de 2011

La misma receta, diferentes platos

“Realmente soy un soñador práctico; mis sueños no son bagatelas en el aire. Lo que yo quiero es convertir mis sueños en realidad”.

(Mahatma Gandhi)

Leyendo la revista Diners por estos días, me encontré con una frase del chef peruano Rafael, dueño del restaurante que lleva su nombre, en Bogotá, la cual me dejó una gran reflexión: “Puedes darle la misma receta a tres personas y al final serán tres platos distintos… Pruébalas si no me crees”.
Todos y cada uno de nosotros tenemos diferentes formas de ver y percibir el mundo; en ese orden de ideas, habrá tantas imágenes de éste como el total de sus habitantes.

El mapa mental de cada persona es absolutamente individual y no puede ser compartido de la misma manera, es decir, no debe ser interpretado como algo que pertenece a una colectividad. Cuando hablamos de interpretar el mundo, cada quién tiene su propia forma de verlo, sentirlo y oírlo.

Al complementar y compartir esa información, ésta se va acercar cada vez más a una realidad específica, sin que sea la verdadera situación. La realidad es subjetiva para cada ser humano y se construye a partir de lo que se ha programado, escuchado, visto y sentido.

Es por ello que pueden resultar tres platos distintos de la misma receta, así como pueden surgir múltiples formas de interpretar una pieza musical, así se trate de los mismos músicos.

Cuando usted cree que todo lo que sucede en su realidad proviene de sus pensamientos, que eso que experimenta es un reflejo de cómo está por dentro, entonces, tiene total control de poder cambiar sus experiencias y crear la realidad que desea.
La ventaja de aceptar la responsabilidad de todo lo que sucede a su alrededor y saber que es culpable de ver o experimentar cosas que nunca ha pensado (puesto que también sus pensamientos inconscientes son proyectados en su realidad) es que usted sabe que todo lo que le sucede está en su control y más importante aún, estos reflejos en su mundo exterior le ayudan a darse cuenta de si va por el camino correcto, si hay algo que hace falta cambiar o si ya está todo listo.

Queda en sus manos interpretar los mensajes y tomar las acciones adecuadas para corregir sus pensamientos. Así podrá reinterpretarlos y proyectarlos como lo desea en su mundo exterior.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo.gomez@en-vivo y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar para lograr lo que quiere.