domingo, 16 de octubre de 2011

Sólo se ahoga el que se quiere ahogar

El pequeño Roberto asistía a la primaria y la maestra les encargó una tarea: investigar qué era la fe. Intrigado, de regreso a casa, le preguntó a su tío “¿Qué es la fe? Me la dejaron de tarea en la escuela”.

Con una amplia sonrisa, su tío le respondió: “¿En verdad quieres saber lo que es la fe?”. “Si”, respondió Roberto. “Bien, vamos a la playa y te lo enseñaré”.
Emprendieron el camino y una vez llegaron, el tío le entregó el chaleco salvavidas y las aletas al pequeño. “Pero yo no sé nadar” dijo Roberto. “Lo sé”, le dijo el tío, “póntelos de todas maneras”.

“Ahora, comienza a caminar hacia el mar de espaldas. Llegará un momento en el que sentirás que tus pies no tocan tierra. Déjate ir y arrójate hacia atrás. No te hundirás, ya que el chaleco te hará flotar”. Roberto estaba aterrado “No tío, no quiero”. “¡Hazlo!”, le respondió, “Estaré junto a ti para que no temas. Así que tranquilo”.
Roberto confió en su tío. Mientras caminaba de espaldas llegó un momento en el que sintió que no tocaba tierra. Dudó, pero recordó las palabras de su tío y supo que no se ahogaría.

En un acto de valor, se dejó llevar y flotó en el mar gracias al chaleco. Se sintió emocionado ante la experiencia y muy feliz.
Ambos salieron del mar y mientras iban a casa, su tío le explicó:

“En esto consiste la fe: el mar representa la vida. Yo represento tus convicciones y tus metas, y el chaleco representa la fe. Cuando te adentres en el mar de la vida y sientas que la lógica no puede ayudarte a salir a flote de tus problemas, hasta perder el piso, debes saber que el chaleco de la fe te salvará. Siempre tendrás tus metas y convicciones cerca de ti, pero depende de que te atrevas a dar el primer paso para confiar en ti, vistiéndote el chaleco de la fe y arrojándote con él para que puedas flotar en el mar de la vida con total paz y tranquilidad”.
Roberto quedó maravillado con la explicación de su tío y le dio las gracias. La tarea del niño fue la mejor de su curso.

Edgar Martínez

Hace algunos días estuve atendiendo mi primera clase de improvisación teatral, con mi mentor, Bernardo García, y en ella, él tocó un tema que a mi parecer es fundamental para el desarrollo de cualquier emprendimiento, nuevo proyecto o meta; estoy hablando de la fe, entendida como la convicción de que las cosas van a suceder tan cual y como yo quiero que sucedan.
La fe es un aspecto inmerso en todas las religiones que existen y es aquella que nos otorga la capacidad de creer que existe una fuerza sobrenatural que puede hacer que todas las cosas surjan. En este contexto, Bernardo me hizo ver la fe desde una perspectiva completamente diferente, ya que solamente existe un presente, un aquí y un ahora, y lo que viene es totalmente incierto.

Por más que usted esté preparado para lo que viene, siempre existirá un factor sorpresa que lo pondrá a tambalear sobre aquello que solamente fue una creación mental. En este momento es cuando aparece con un poder infinito la palabra fe, indicándole que debe estar absolutamente convencido de que las cosas que vienen en un futuro, se van a materializar tal cual y como usted lo necesita. Si usted se convence de que no se va a ahogar, no lo hará.
Tener fe, sin que yo quiera darle alguna connotación religiosa, le va a ayudar a que sus resultados se den de una manera contundente. Ahora, no sólo sirve tener fe. La convicción debe estar acompañada de la acción, ya que es de la única forma que usted  puede garantizar que la meta que quiere se va a lograr.

Por último, respóndase a usted mismo esta cuestión: Si lo que va a lograr ser, hacer y tener depende solamente de sus decisiones, intenciones (fe) , y acciones, ¿cuál es su acción de hoy que va a dar un mensaje de su intención?

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo.gomez@en-vivo.co y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar para lograr lo que quiere

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