viernes, 16 de septiembre de 2011

Para los fanáticos de andarse quejando…

“No se queje de la nieve en el tejado de su vecino
cuando ésta también cubre el umbral de su casa”.
Confucio

En días pasados me encontraba desplazándome en un taxi y me puse a hablar con el taxista porque me encanta escuchar las versiones y visiones que tiene este gremio de la ciudad. En aquella ocasión me ocurrió algo muy particular: Quien conducía estaba compulsivamente enfocado en quejarse de todo cuanto yo le preguntaba.

Quiero contarle que, como coach, fue una experiencia extraordinaria porque tuve la oportunidad de ver de qué manera podía ayudar a que esta persona siguiera manejando su vehículo, de una manera más tranquila. Sin embargo, el recorrido resultó bastante agotador.

La queja es un hábito común en las personas amargadas y pesimistas. Se deleitan buscando de qué quejarse para tener un tema de conversación generalmente negativo que no conduce a nada.

La gente sabe que quejarse no cambia las situaciones, ni tampoco mejora las cosas, sin embargo le agrada poner en evidencia que la realidad nunca le gusta. El proceder del quejambroso llega hasta negativizar lo positivo, cuando frente a algo que es bueno agregan un ‘sí, pero…’.

Las quejas no son malas por sí mismas. Lo que quiero que usted comprenda es que las quejas no le sirven para nada más que para un simple desahogo sobre algo que le incomoda.

Mi consejo es que nunca se quede en la queja y jamás busque a otros para seguirse quejando. Después de experimentar esta incomodidad, proponga qué hacer para solucionarla; de esta manera usted puede llevar a cabo una construcción de sociedad mucho más amigable y tranquila.

Quejarse es concentrar la atención en lo malo, en lo que no se desea, que con la queja se refuerza y expande. Estos pensamientos negativos crean la realidad y nuestras palabras expresan esos pensamientos.

Creamos nuestra vida con cada pensamiento, nuestra propia salud, la sociedad en que vivimos, la situación política. Todo es producto de las palabras que expresa lo que tenemos en mente.

Lo invito entonces a que después de proponer, se comporte de la manera como usted espera que los demás se comporten. Cuando las personas se quejan, muchas veces se autoconvencen de que el problema es de otros, exteriorizándolo y culpando a los demás.

Todas sus quejas reflejan su responsabilidad en la situación inconveniente, es decir que cada vez que usted se queje, lo está haciendo de usted mismo. Es usted quien logra llegar a esos espacios donde puede y quiere quejarse.

La queja es contagiosa y predispone a los demás a quejarse; tiende a expandirse como la pólvora, se enquista en todo campo propicio y se convierte en una forma de ser general.

Quejarse es un hábito tan malo como no comer o no dormir. Elimínelo y cámbielo por una costumbre constructiva, a través de la cual usted se asegure de ser más propositivo y proactivo. Pregúntese cómo podría cambiar esa situación que le disgusta para que juegue a su favor y ajústese a las situaciones, convirtiendo la queja en su mejor herramienta para lograr más y más resultados extraordinarios.

Ricardo Gómez.

*Si quiere avanzar más en el tema, escríbanos a ricardo@evolvo.info y cuéntenos cuáles son sus principales retos a la hora de actuar o pensar en sus resultados extraordinarios. Le responderemos con múltiples opciones para que logre lo que quiere.

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