El santo Joneyed acudió a La Meca vestido de mendigo.
Estando allí, vio cómo un barbero afeitaba a un hombre
rico. Al pedirle al barbero que le afeitara a él, el barbero dejó
inmediatamente al hombre rico y se puso a afeitar a Joneyed. Y al acabar no
quiso cobrarle. En realidad, lo que hizo fue dar además a Joneyed una limosna.
Joneyed quedó tan impresionado que decidió dar al barbero
todas las limosnas que pudiera recoger aquel día.
Sucedió que un acaudalado peregrino se acercó a Joneyed y
le entregó una bolsa de oro. Joneyed se fue aquella tarde a la barbería y
ofreció el oró al barbero.
Pero el barbero le gritó:
- ¿Qué clase de santo eres?¿No te da vergüenza pretender
pagar un servicio hecho con amor?
- Maestro:
a unos les cuesta saber dar y a otros les cuesta saber recibir… ¿cuándo fue la
última vez que te permitiste recibir?
(Anthony de Mello).
Cuando yo era niño, siempre me inculcaron que era mejor dar que recibir;
sin embargo, a medida que fui creciendo me di cuenta de que ninguno de estos
dos aspectos es más importante que el otro. Primera enseñanza: Las personas
conscientes y que tienen éxito en su vida practican ambos verbos de forma constante y
sin excepción.
Cuando usted sabe recibir, hace que su inconsciente busque recibir más y
más cosas y al negarse a recibir, éste buscará situaciones específicas a través
de las cuales usted no reciba nada de nada. Seguramente si se fija en su alrededor,
se encontrará con una buena parte de la población que si da algo, lo hace con mentalidad
de escasez porque no ve muy claro qué beneficio podría traer esto a su vida.
Saber recibir debería ser lo más natural. Pero no basta con decir gracias,
el que sabe recibir siente gratitud y no olvida, porque el agradecimiento es la
memoria del corazón.
El dar y recibir son una necesidad humana. El dar produce un estado de
alegría y satisfacción; dese cuenta de ese sentimiento cuando hace un regalo,
un cumplido, un gesto o cualquier cosa a otra persona. De igual manera recibir
debe producir el mismo efecto, y no solo pensemos en lo que se recibe
materialmente, es también muy agradable recibir afecto, amor, un cumplido, las
gracias, o simplemente una sonrisa.
Aquí, algunas sugerencias sobre cómo practicar el ‘saber recibir’:
1. Olvide las sospechas y confíe: Cuando alguien le diga algo bonito no es
siempre porque quiera algo de usted.
2. Recibir no es signo de egoísmo, sino de valorar lo que los otros nos
dan: Es dar mientras se recibe. Forma parte de la actitud amorosa en la vida.
3. No juzgue: Acepte un cumplido sin más. Leer entre líneas no le llevará a
ninguna parte. El que da no es una persona débil ni vulnerable y si lo fuera...
¿qué importa? El que recibe tampoco. Dar y recibir es propio de personas
valientes.
4. Permítase: No tiene por qué hacer caso de todo lo que hagan o digan los
demás; permítase escucharlo.
Por último, recuerde que mientras más permiso nos demos de recibir lo que
nos ofrecen, más capacidad de dar tendremos. Abra nuevas posibilidades para
recibir todo lo que la vida le ofrece.
Ricardo Gómez.
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